julio 26, 2019

CUÁNDO UNA PERSONA TIENE REALMENTE PROBLEMAS DE ADICCIÓN AL ALCOHOL

Se consume en todos lados, lo toman la mayoría de las personas de todas las edades en diversos ámbitos. El alcohol es la droga más aceptada socialmente, al igual que la más consumida y utilizada. Asimismo, se trata de la que más problemas sociales y sanitarios causa.

El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central, que esencialmente actúa inhibiendo los centros cerebrales del autocontrol. Si bien no es una sustancia estimulante, es cierto que provoca una euforia inicial como consecuencia del efecto de inhibir dichos centros responsables del autocontrol.

El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central, que esencialmente actúa inhibiendo los centros cerebrales del autocontrol

Es importante aclarar que las bebidas tienen diferente concentración de etanol -el alcohol apto para consumo humano- en función de su elaboración. Según cada proceso diferenciado, hay bebidas alcohólicas fermentadas -cerveza, vino- o bebidas alcohólicas destiladas -vodka, whisky, ginebra-. 

Al igual que cualquier tipo de sustancia, su consumo moderado no es perjudicial. Por el contrario, es sano para la persona, desde el punto de vista de la salud mental; salir con amigos, familia o pareja, cenar algo rico con una copa de vino, cerveza, o tomar un vaso de whisky después de la cena puede impactar positivamente en la salud. 

Sin embargo, es importante tener en cuenta que el consumo regular de alcohol puede derivar en el abuso de esta sustancia y, a su vez, en adicción. Cualquiera de las dos últimas formas mencionadas afecta de forma negativa todo el funcionamiento del organismo. 

El abuso del alcohol está, por lo general, completamente en manos de la persona. Esto significa que es el consumidor quien elige ingerir alcohol, ya sea en una cena, en su casa o mientras realiza alguna actividad. Sin embargo, es solo su elección la que lo lleva a tener una copa en la mano, es decir, que no siente ninguna dependencia física ni psíquica con la sustancia. 

El alcoholismo, por su parte, es el abuso de alcohol llevado al extremo y con el agregado de la dependencia que genera. Se trata de una enfermedad caracterizada por el fuerte deseo de consumir alcohol de manera constante y su ingesta continua, a pesar de las consecuencias negativas para el organismo antes mencionadas y el deterioro de la salud, de las relaciones personales o de la capacidad de ejercer una profesión de forma adecuada.

El consumo regular de alcohol puede derivar en el abuso de esta sustancia y, a su vez, en adicción.

Es importante tener en cuenta que en ambos casos esta sustancia puede provocar daños en la salud, en algunos casos incluso irreversibles. Los efectos que el alcohol produce en el cuerpo varían en función de diversos factores, como el peso, edad, sexo, velocidad en su ingesta, entre otros. A pesar de la euforia y desinhibición iniciales, es necesario tener en cuenta que afecta negativamente a todas las partes del cuerpo, más allá de que estén involucradas en su procesamiento o no. Músculos, sistema nervioso, sistema cardiovascular, estómago, hígado, páncreas, intestino, son algunos de los órganos que se suelen ver afectados por el consumo excesivo de alcohol. 

No obstante, es el hígado el órgano que más daño sufre, ya que el alcohol es una sustancia que se procesa casi completamente allí. El hígado graso y la cirrosis son dos de las principales consecuencias del abuso de alcohol y del alcoholismo. 

El hígado graso es una patología en la que el tejido regular del hígado es reemplazado por un porcentaje de grasa. Esta condición puede causar inflamación, muerte celular, y cicatrices en el hígado. Si no se trata adecuadamente y a tiempo, esta situación puede llevar a la fibrosis hepática, que causa una disminución del flujo sanguíneo a través del hígado y una acumulación de tejido cicatricial. Si el paciente continúa sin tratamiento, la fibrosis de hígado puede llevar a cirrosis, falla hepática, e incluso cáncer de hígado.

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